Después de todo este tiempo.

11.05.2020

Parecerá que no o que soy una exagerada, pero siento que todo ha cambiado mucho desde la última vez que escribí e incluso ha cambiado de aquí a la semana pasada. No me preocupa, de hecho me alegra. Y soy consciente de que dentro de una semana también habré cambiado, puede que lo haga esta misma noche cuando tenga que cenar fajitas o que lo haga mañana cuando tenga terapia como cada martes, pero al fin y al cabo estamos aquí para esto.

Probando cosas nuevas para ella, pero no para ti.

Cada vez que tengo Nutricionista sé que algo nuevo va a pasar y aunque me anime o me motive a seguir luchando, es cierto que es mi día de "luto". Los días que he tenido una charla con mi nutricionista estoy más nerviosa, más irascible y más sensible. Es como si todas las emociones que hay en mí cotidianamente se pusiesen alerta y saliesen a la luz con más fuerza que nunca.

Hace unas semanas ella me proponía comidas a las que debía quitar el miedo como ensaimadas, empanadillas,... Es verdad que me asustaban, pero al fin y al cabo no las terminaba de asociar con un pasado o con un físico que yo haya tenido. Me agobiaba el momento anterior, pero es verdad que al ser meriendas debía acostumbrarme rápido porque se iban a repetir continuamente.

El otro día fue bastante significante para mí, de hecho no me esperaba tener esa conversación ni mucho menos esos objetivos. La semana pasada, mientras hacía mi vdeollamada por Skype con mi nutricionista tratamos una lista que yo había escrito hacia unos días sobre los platos que en su momento fueron mis favoritos. Me costó mucho hacer esa lista, bien porque no recordaba el sabor o bien porque no quería reconocer que me puede gustar la comida, pero después de horas e incluso días y de pedir ayuda a toda mi familia llegamos a la conclusión de que mis platos favoritos eran la paella, la carne en salsa de tomate, las fajitas y la pizza. PIZZA. La escribí renegando que me gustase, d hecho en un principio no la iba a escribir, pero mi hermana me hizo pensar y saco mi pensamiento real, no el de ANA.

Volviendo a aquella conversación con la nutricionista, yo no esperaba tener que enfrentarme a todos esos menús, no sabía si estaba preparada. Pero ella sabía que yo sí que lo estaba, así que decidió proponerme el reto, y como no hay de nadie de quien me fíe más que de mi nutricionista y de mi psicóloga, acepté

El viernes creo que fue cené pizza. Fue extraño. Estaba rica, de hecho si pienso en lo buena que estaba me la comería otra vez, pero el antes...los momentos de antes siempre son terroríficos. Creo que es cuando ANA aprovecha más. Cuando estamos débiles y vulnerables es cuando más fuerza tiene, y es verdad que debemos luchar, pero también podemos pasar un mal rato. Yo me permito reflexionar e incluso tener pensamientos irracionales, para que después, mientras ceno y disfruto el momento, esos pensamientos se contradigan solos sin necesidad de buscar argumentos entre lo más profundo para hacerlo.

Si soy sincera (sabiendo que tengo que cenar fajitas) ahora mismo no tengo miedo, de hecho tengo hambre jajajajajjaja. Pero intuyo que cuando llegue el momento de poner la mesa y toda la cocina huela a la cena o cuando note como todos me miran con inquietud preparados para lanzarse a protegerme, me desanimaré y por un momento pensaré si todo esto vale la pena, si todo mi esfuerzo se verá recompensado.

Por suerte o por desgracia no tengo ninguna bola mágica que me asegure que todo va a salir bien, pero tengo fe en que lo voy a conseguir. Hay días en los que esa fe, o mejor dicho esa esperanza de mantener la fuerza, desparece. No la encuentro o ni si quiera quiero buscarla, pero para eso está la ayuda. La ayuda de las familias y de las familias externas, desde amigos (cosa que no sé muy bien que es, a sí que yo no cuento mucho con ese apoyo) hasta psicólogas.

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