Seamos realistas aunque nos pueda la ilusión

29.03.2020

Es muy duro lo que estamos viviendo, de hecho creo que nadie jamás se imaginó que íbamos a estar encerrados por una pandemia, pero sin duda alguna sé que está siendo terrible para nosotras, para todas esas personas que sufrimos TCA o cualquier otro tipo de enfermedad psicológica.

Es cierto que muchas personas podrán entendernos e intentar ayudarnos a que esta experiencia pueda dejar algo más que dolorosas grietas por el camino, pero os puedo asegurar, a todas vosotras que os sentís igual que yo, que esto va a ser duro, pero nos tenemos entre nosotras y entre toda vuestra gente.

No entiendo ni lo que siento.


Es normal, o eso creo. Estos días están siendo horribles. Una de las cosas muy características de las pacientes de anorexia (hablo principalmente de esta porque es la que conozco en profundidad) es la ansiedad y la la necesidad de tenerlo todo bajo control, y resulta que esta situación ha alborotado todo y me ha deshecho todo mi plan.

Algo tan simple como dejar de ir al instituto ha creado una incertidumbre en mí alucinante. Pero lo que más me llama la atención no es eso, sino que me agobio dejar de ir al instituto por el ALMUERZO. Hace un tiempo empecé a almorzar bocadillos, para alguien que no sepa de que hablamos será lo "normal", pero para mí, para vosotras, es un gran paso. Parecerá mentira, pero tener la tentación de ir  a la papelera que tienes a dos segundos y tirar el bocadillo o de tirar "sin querer" parte de la molla de tu bocadillo es muy grande. Y lo conseguí, tenía la idea de que lo necesitaba ya que estaba todo el santo día en movimiento. Sonará duro, de hecho me cuesta hasta pensar que aún tengo parte de ese pensamiento, pero ¡cuánto disfrutaba los bocadillos cuando había hecho gimnasia! Aquellos días estaba convencida de que era lo que necesitaba, esos días me daba igual que mi madre hubiese hecho el bocadillo de seis dedos y no de cinco y medio como habíamos acordado con la nutricionista. 

¿Y ahora qué?, ¿cómo hago los almuerzos?,¿tengo que comer lo mismo si no me voy a mover tanto? Eran preguntas que se mantenían en mi cabeza por horas la primera semana de cuarentena, de hecho algunas se mantienen a día de hoy. Recuerdo que la semana anterior habría tenido nutricionista, que es verdad que me deja muy tocada pero a la vez me aclara muchísimo las ideas, pero se nos canceló la cita. Ahí empezó el drama.

Casi nunca va a ser lo que tú quieras.


A las dos semanas, cuando yo ya estaba desesperada, hablamos por llamada con la nutricionista y antes de que le diese tiempo a preguntar como nos iba yo ya le estaba preguntando por los almuerzos. Una parte de mí sabía que debía tomarme bocadillos, pero Ana tenía la esperanza o me hizo creer que a lo mejor no, que no era necesario. 

Así que sí, tengo que almorzar un bocadillo de lunes a viernes estando en mi casa. No os voy a mentir y a deciros que está siendo fantástico, que estoy ansiosa por comerme ese bocadillo; pero lo puedo tolerar. Es verdad que muchas veces depende de como me haya levantado, de todo lo que haya o no hecho durante la mañana, pero me lo como. Algunos veces con mejor cara, otras con lágrimas en los ojos, pero es porque Ana tiene mucho miedo, ¡se está quedando sin espacio!

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